Es tan importante el papel en la limpieza y en la higiene que cuando llega una situación de alarma es lo primero que se gasta en los supermercados. Despierta controversia, pues la celulosa se obtiene de la tala de árboles. Sin embargo, en la actualidad se utilizan procedimientos respetuosos con el medioambiente.
Stocknet, una empresa distribuidora de productos de limpieza, tanto industrial como doméstica, nos recuerda que el papel no solo se emplea en el baño. Su uso está extendido a varios ámbitos del aseo y la desinfección. Para mantener la limpieza cotidiana de las cocinas, para la limpieza industrial, para la limpieza de cristales, toallitas de bebé, pañuelos, uso clínico, etc.
El papel nos ha facilitado la vida. Para limpiar cualquier superficie utilizamos un producto desechable, que no tenemos que lavarlo para reutilizar, y que al ser material orgánico, se descompone en la naturaleza sin contaminarla.
Para reducir su impacto sobre el medioambiente, las empresas papeleras en Europa, y cada vez en más partes del mundo, desarrollan tecnologías que protegen el entorno natural.
¿Cómo se fabricaba la celulosa?
Cualquier tipo de papel sale de la celulosa. El Movimiento Mundial por la Defensa de los Bosques Tropicales (WRM) nos recuerda que este material está presente en todos los árboles. La madera está formada por lignina y fibras de celulosa. La celulosa es el tejido principal del tronco y las ramas del árbol, el que recubre sus células, mientras la lignina es la argamasa que la mantiene unida y compacta. El proceso de extracción de celulosa consiste en separar estos dos materiales y formar planchas de diferente grosor del producto resultante, dependiendo del uso final que se le dé.
Todo comienza con la tala y descortece de árboles. Suena un poco bestia, pero te recomiendo que leas el artículo hasta el final. En este apartado vamos a entender cómo funciona el proceso.
Los troncos de los árboles se parten en una medida preestablecida y se llevan a la fábrica de papel. En ella se trocean hasta formar astillas, es lo que se llama la pulpa mecánica. Las astillas se cuecen en una especie de gran olla a presión utilizando calor y productos químicos: soda cáustica y sulfato de sodio. Con esto se consigue extraer la mayor parte de la lignina. Lo que falta se realiza mediante el blanqueo, empleando cloro a gas.
De todo este proceso sale una masa acuosa, como una pasta de papel, que es necesario calentar para evaporar el agua y prensarla con rodillos en diferentes tandas. Los rodillos, al tiempo que van expulsando el agua, van creando una sabana larga de papel. El papel se enrolla en cilindros o se prensa en paquetes y se lleva otra fábrica en la que se corta y se fabrica el producto final.
La industria papelera, durante buena parte del siglo XX, ha sido perniciosa para la naturaleza. En primer lugar, porque se fabricaba papel partiendo de la tala indiscriminada de árboles. Brasil, un gran productor a nivel mundial, ha deforestado parte del Amazonas para producir celulosa, entre otras cosas.
Al aplicar cloro en el blanqueo, una parte del gas se desprendía a la atmosfera. Los otros productos químicos utilizados en la cocción, junto con la lignina extraída, se vertían a las aguas, contaminándolas. En la actualidad el procedimiento ha cambiado sustancialmente.
¿Cómo se fabrica ahora?
El proceso químico sigue siendo el mismo, pero se han introducido cambios fundamentales. La celulosa, en la actualidad, se produce en Plantas de Bajo Impacto Ambiental.
Para empezar en Europa se ha prohibido la tala de bosques para la fabricación de papel. Las empresas papeleras plantan los árboles en bosques artificiales. Disponen de sus propios viveros, y a medida que cortan los árboles, los reponen.
Para fabricar celulosa se mezcla la madera con cartón y papel reciclado, por lo que para producir la misma cantidad de papel se necesitan menos árboles. Aún no se puede hacer todo con papel reciclado. No generamos tanta cantidad, ni se obtiene la misma calidad.
Los residuos resultantes del proceso de cocción, la lignina y los productos químicos, se utilizan para producir electricidad en la misma planta. Funcionan como combustible que hace mover una turbina de vapor. La lignina se quema y el resto de los productos químicos que han quedado en la caldera se pueden reutilizar en futuros procesos de cocción.
En el blanqueo se ha sustituido el cloro por dióxido de cloro, menos contaminante. Todos los gases generados en la planta pasan por un proceso de depuración, de tal manera, que a la atmosfera solo se expulsa vapor de agua y una pequeña parte de dióxido de cloro.
Al incorporar una central eléctrica no contaminante en la planta, esta es energéticamente autosuficiente. La electricidad sobrante se vende a la red eléctrica.
¿Qué se utilizaba antes?
El descubrimiento de la celulosa es relativamente nuevo. Lo realizó el químico francés Anselme Payén en 1838. No se utilizó para fabricar papel de limpieza hasta 1857, al principio se producía en hojas planas. En 1890 se empieza a comercializar en rollo.
En un primer momento, solo se utilizaba como papel higiénico, si bien su uso no se empieza a generalizar por todo el mundo hasta los años 20 del siglo pasado. El resto de utilidades, como el papel de cocina, papel secante, las toallitas, etc., se popularizan a partir de los años 80.
Hasta que aparece la celulosa, la limpieza se realizaba principalmente con trapos. Para poder realizar un aseo higiénico y efectivo, había que lavarlos continuamente. De lo contrario, la suciedad se extendía y la tela era una fuente de infección.
El empleo de la tela también se usaba para la higiene humana. Tal vez nos acordemos de los pañuelos de tela que usaban los caballeros para sonarse los mocos, y que llevaban guardado en el bolsillo del pantalón. Puede ser que hayamos visto a nuestro padre o abuelo usar uno de ellos alguna vez.
Los bebés no llevaban pañales desechables. Se les ponían pañales de algodón que había que lavar una y otra vez.
Las servilletas de tela provienen de aquella época. Cuando aun la tela no había sido sustituida por el papel. Han perdurado en el tiempo más por su valor decorativo que por su utilidad.
La celulosa ha hecho más cómoda la vida del hombre. Limpiamos y nos limpiamos en un solo uso, y eliminamos de manera rápida la suciedad. Anteriormente, la tela retenía los gérmenes. No se puede volver atrás. Pregonar la eliminación del papel en pro de evitar la tala de árboles o reducir la producción de residuos domésticos es una involución. En tal caso, el hombre deberá inventar formas de producir celulosa cada vez menos contaminantes.
La celulosa cuida el medio ambiente.
En un curioso artículo de su web, la cadena COPE de radio, presenta como en los últimos tiempos se está utilizando la celulosa para sustituir al plástico. Mientras el papel, que es de origen orgánico, es rápidamente degradable, el plástico, que es un derivado del petróleo, tarda miles de años en descomponerse.
Actualmente, se está utilizando una variante del celofán, una de las primeras aplicaciones que tubo la celulosa, en fabricar bolsas de plástico de un solo uso. Como pueden ser las bolsas en las que guardamos la fruta en el supermercado.
En empresas y hospitales se han sustituido las bandejas de plástico en las que se sirve la comida por otras fabricadas en celulosa compacta, que aguantan el contacto con la comida, sin alterar su sabor, y que muchas veces se pueden meter en el microondas o en el congelador, sin que el material se descomponga.
El embalaje de algunos alimentos precocinados viene en este material. De esta manera se reduce la cantidad de plástico que la gente desechamos a diario, y que en cuestión de empaquetado había llegado a unos niveles desproporcionados.
Cada vez adquirimos más productos embalados en alguna variante de la celulosa. Esta se ha desarrollado para ser más resistente al agua y a los golpes. Esta tendencia está impulsada por el aumento creciente de la conciencia ecológica en la sociedad.
Hasta en la hostelería, los recipientes de bebida se fabrican en celulosa. Ya no nos sirven el café para llevar en un vaso de plástico, sino en uno de cartón acondicionado. Lo mismo sucede cuando vamos a una hamburguesería y pedimos un refresco para acompañar la comida. Por exigencia de la Unión Europea, las tradicionales pajitas de plástico con la que tomamos las bebidas se han sustituido por otras de este material.
Poco a poco vamos diciendo adiós al plástico de un solo uso. Sin renunciar a la comodidad y a la higiene que proporcionaba, sino sustituyéndolo por otros materiales más compostables, más fáciles de reciclar y menos dañinos para el entorno.
El papel está muy presente en nuestra vida. Ha demostrado ser un material higiénico. Lo empleamos en diferentes ámbitos de la limpieza y resulta ser bastante efectivo. Tal vez el aspecto más peliagudo lo representaba su fabricación, por el impacto que tenía sobre la naturaleza, pero en este sentido nos estamos esforzándonos en corregirlo.