Apenas unas semanas nos separan del sorteo de lotería por excelencia. Poco queda ya para que el bombo vuelva a giran ante la expectación de todos los participantes y los que, sin participar, no se pierden a esos niños de San Ildefonso cantando los números y sus correspondientes premios. Por mucho que pase, el sorteo extraordinario de Navidad, no se pierde en el olvido. Cada año, puntual a su cita, el veintidós de diciembre, se celebra un sorteo que se ha convertido en parte de la tradición y cultura españolas y en el que participan desde cualquier rincón del país e incluso, del mundo.
Desde las ocho de la mañana, todos los implicados en el sorteo, empiezan a repartir ilusión entre todos aquellos que, por la razón que sea, cuentan con al menos un décimo o participación. Durante unas horas, la esperanza se apodera de todos y se extiende el espíritu navideño, tan acorde a la época a la que, el sorteo, da inicio.
Este año, el sorteo no se encuentra exento de novedades. Desde hace meses, las administraciones de Lotería, tienen a disposición de sus clientes, miles de números en los que confían fielmente los jugadores. Como novedad, la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado, como nos corroboran desde Loterías la Piedad, ha incrementado el número de series que va a poner en venta.
Si el pasado año, se pusieron a la venta ciento ochenta series, para el presente, se han puesto cinco series más. Serán en total ciento ochenta y cinco series de cien mil números cada una las que formen parte de tan ansiado sorteo.
Esto se traduce en ciento ochenta y cinco millones de décimos que facilitarán a los jugadores la tarea de conseguir aquellos números que, por tradición se agotan más pronto.
Aunque aumente considerablemente el número de décimos puestos a la venta, en lo que a la cuantía de los premios respecta, no habrá ningún incremento. Los premios serán los mismos, las mismas categorías y la misma cuantía.
Los afortunados que tengan un boleto premiado, no sufrirán demora en el cobro, puesto que, Loterías y Apuestas del Estado, seguirá pagando en tiempo y forma. Algo comprensible puesto que sus arcas si podrán ver aumentados los ingresos, ya que la recaudación, posiblemente sea mayor.
Recordemos que los premios son los siguientes:
- El primer premio dotado con cuatro millones por billete y cuatrocientos mil euros al décimo.
- Un segundo premio con una cuantía de un millón doscientos cincuenta mil euros al billete y ciento veinticinco mil al décimo.
- El tercero, dotado con medio millón de euros a la serie y cincuenta mil al décimo.
- Para los cuartos premios se mantienen los doscientos mil euros al billete y los veinte mil al décimo.
- Los quintos, dotados de sesenta mil euros por serie y seis mil por décimo.
Oficialmente, los décimos y billetes, solo pueden adquirirse en las administraciones de Lotería y establecimientos autorizados. No obstante, se realizan numerosos sorteos asociados a la misma, valiéndose de participaciones que, en caso de ser premiadas, conceden premios como cestas de Navidad, regalos o, incluso viajes. La finalidad de estos sorteos paralelos, suele ser recaudar fondos con fines benéficos u otros objetivos.
También, pueden ofrecerse participaciones con cuantía económica, disponiendo de los décimos oficiales. En este caso, las papeletas, juegan por un importe del valor de la misma, que se incrementa en un porcentaje a modo de recaudación por parte de quien las emite. Si tocan las papeletas, la entidad o persona que las haya vendido, solo tiene que cobrar el premio de los décimos oficiales y pagar a los participantes la cantidad correspondiente. Como puede verse, el sorteo de Navidad, ofrece muchas posibilidades, donde la ilusión, siempre está presente.
Curiosidades, números premiados, terminaciones…
Podríamos decir que la única diferencia entre la Lotería de Navidad y cualquier otro tipo de sorteo, es la ilusión. La tradición que tiene este sorteo no es equiparable a ningún otro. Como dato curioso, hay que recordar que el importe del premio no es para nada el más elevado dentro de los muchos sorteos existentes. Simplemente, se trata de una tradición cultural que ha elevado a este sorteo extraordinario a la categoría de ser el más esperado.
No en vano, puede considerarse el único sorteo en el que los españoles juegan de manera casi unánime. Puedes no pisar nunca una administración de lotería, pero tener un décimo de lotería de Navidad. Muchas veces ese boleto, se adquiere porque alguien te lo regala o por jugar a un número con los amigos, vecinos o compañeros de trabajo. Se trata, por lo tanto, de un sorteo que une. De ahí que, se haya convertido en el evento lotero que más décimos vende y en el cual, una gran mayoría de españoles, depositan la esperanza de ganar un buen pellizco que les ayude a resolver sus problemas, salir de apuros económicos o darse un capricho.
La realidad nos dice que hay muchas más probabilidades de que te sucedan otras cosas en la vida que de que te toque el Gordo. Estadísticamente hablando, es más probable morir en un tornado, entrar a cursar estudios en Harvard e incluso, nacer con una malformación. Solo hay que echar un vistazo a las cifras para comprender esta realidad. Aunque, eso, no implique perder la ilusión, a fin de cuentas, tantas posibilidades hay de que salga tú número como de que salga otro.
Tradición, superstición o estadística aparte, tanto si compras el décimo online, como si prefieres el tradicional décimo en papel, puedes comprobar cual es la terminación más afortunada: el cinco. Parece ser que el Gordo, siente predilección por las numeraciones terminadas en este número. Por el lado contrario, el menos agraciado, es el número uno.
El resto de números que más tocan son el cuatro y el seis, con veintisiete terminaciones a sus espaldas. Seguidos de cero, ocho, siete y tres que han salido más de veinte veces, quedando el nueve y el dos, en último lugar, con dieciséis y trece ocasiones.
Si hablamos de terminaciones es porque en lo que a números completos se refiere, solo en dos ocasiones se ha repetido un número: el quince mil seiscientos cuarenta en el año cincuenta y seis y el setenta y ocho; y el veinte mil doscientos noventa y siete en mil novecientos tres y dos mil seis.
Estos datos, solo ratifican lo dicho anteriormente, las probabilidades de que te toque el Gordo, son remotas.
Eso nos lleva a la superstición que va de la mano de esta tradición. Los juegos de azar siempre tienen un aura mística, un halo de misterio a su alrededor en el que no cabe la lógica ni la estadística (lo que en realidad las mueve). El ser humano, posee una dimensión supersticiosa de la que muchas veces no quiere liberarse.
Partiendo de la base de que una superstición es una creencia contraria a la razón, una acción ejecutada con el objetivo de eliminar la incertidumbre vital de las personas y evitar con ella, consecuencias negativas o producir efectos positivos, como ganar la lotería.
Los profesionales de la psicología, convienen que las personas son supersticiosas por tres razones: pretensiones de ganar control ante situaciones inciertas, suavizar sentimientos de indefensión o no enfrentarse a sus miedos frente a sus propias habilidades.
Aplicando esto a los juegos de azar como la lotería de Navidad, podemos encontrarnos con infinidad de rituales realizados con el objeto de ganar el ansiado premio. Existen toda clase de rituales en la tradición española que, bien sea por creencia popular, por tradición o mera costumbre, intentan llamar a la suerte y atraerla a nuestras vidas.
Una de ellas, popularmente conocida, consiste en frotar el décimo en cuestión en la barriga de una mujer embarazada, como si el futuro bebe, tuviera el poder de condicionar el sorteo. Otra de estas supersticiones, conlleva pasar el boleto por el lomo de un gato negro que, por otro lado, están vinculados a la mala suerte.
Se trata de restregar el décimo sobre cualquier atributo que pueda contener en su haber propiedades mágicas. Si no tienes embarazadas o gatos negros a mano, también es útil utilizar la cabeza de un calvo o la espalda de un jorobado. Parece como si la “desgracia” ajena, atrajera la fortuna…
Para ir mas allá de lo meramente terrenal, podemos aludir a las estrellas y pedirle a una estrella fugaz que nos conceda esa suerte de otorgar a nuestro número el premio gordo de la lotería. Cruzar los dedos antes del sorteo (no queda muy claro si durante todo el tiempo que dure el mismo o solo al comienzo), tocar madera, no adquirir el boleto en martes y trece o arrojar monedas a una fuente, son otros ejemplos de las cosas que somos capaces de hacer, sin orden ni concierto, con una finalidad concreta pero sin ningún tipo de efectividad.
Y así, podríamos seguir con las personas que siempre juegan al mismo número, las que eligen fechas concretas o de catástrofes, entrar en la administración con el pie izquierdo o pedir que te den el décimo con la mano derecha, del revés o haciendo el pino.
Como fuere, la lotería de Navidad es, sobre todo, ilusión.